Decir adiós a las dietas es difícil por muchos motivos, algunos habitan en nuestro cerebro más primitivo.

Nuestro cerebro reptiliano ha evolucionado desde la época de las cavernas bien poco. Todavía, a día de hoy, activa mecanismos inconscientes para asegurar nuestra supervivencia. ¡Y damos gracias!

Aunque ya no tenemos fieras salvajes acechando nuestra cueva, nos sobran razones para sentirnos amenazadas. Y ahí están las dietas para ayudarnos, para hacernos sentir una (falsa) sensación de seguridad.

Hoy quiero contarte por qué a mí me resultó tan difícil dejar las dietas (o listas de buenos y malos alimentos, horarios para comer eso o lo otro, horarios para comer o pasar hambre…)

Verás, agarrarme a las reglas alimentarias, me ayudaba a tomar decisiones sobre qué, cuándo o cuánto comer, lo cual hacía sentirme segura. Ya sabes, esa sensación de estar “dentro” del carril, de hacer lo correcto.

Pero es que cuando decidía saltarme las normas de mi plan alimentario, ocurría exactamente lo mismo, me invadía esa misma sensación de seguridad, pero esta vez debido a tener el control de la situación. Esa sensación de “yo controlo” hacer o no hacer algo. Porque, aun conociendo las reglas, decidía conscientemente saltármelas y me invadían sentimientos de poder, de control y… sí, de seguridad.

Cuando por fin decidí dejar las dietas para siempre, y la seguridad que me ofrecían sus reglas, por primera vez en años me sentí perdida. No sabía ni qué comer, ni si era la hora adecuada, el número de veces al día que debía comer era incierto…

Por otro lado, sentía mi decisión de dejar las dietas como una derrota, me decía: “me rindo ante las dietas, no me funcionan”, “no tengo el autocontrol que requiere mantenerlas en el tiempo”, “me falta fuerza de voluntad”…

Perdida sin las reglas de la dieta y con la sensación de que estás derrotada por ellas, que no puedes ya ni una más, no estaba yo para argumentar y defender decisiones. Así que, no me sentía capaz de contar a nadie que había dejado las dietas para siempre.

Sabía que no debía tener prisa en contar el vuelco que estaba dando mi vida. Sin embargo, a mi alrededor se daban circunstancias en las que tenía que justificar el cambio en ciertos hábitos. Ya no compraba alimentos “light”, me permitía comer alimentos que antes todos sabían que me prohibía…

Los míos se alarmaban y, con mucho cariño, me decían “cuídate”, o “está cerca el verano” y, claro, lo hacían “por mi bien y por mi salud”.

Compartir con los demás mi convicción en el camino que estaba emprendiendo fue todo un reto, básicamente porque era contracultural (contra la cultura de la dieta).

Cuando me encontraba en una conversación sobre dietas/alimentación/peso y no estaba segura de que decir, me recordaba a mí misma que:

  • No siempre voy a tener algo que decir que sea “lo perfecto” a decir.
  • No estoy obligada a jugar el papel de defensora de la cultura de la no dieta.
  • No necesito decir siempre por qué exactamente no quiero hablar de dieta o peso o ejercicio.
  • No tengo porqué intervenir en conversaciones sobre peso y salud, puedo tomarme un descanso y no decir nada.
  • Yo pongo los límites sobre qué comparto sobre mi proceso de la no dieta, relación con la comida, mi cuerpo y mis propias experiencias.

Así que cada vez que me veía comprometida a hablar sobre mi proceso de cambio decía lo siguiente:

“Estoy abriéndome a una forma distinta de relacionarme con la comida. Me siento muy bien, pero todavía no sabría explicaros en qué consiste exactamente. Solo puedo deciros que no tiene nada que ver con lo que he hecho hasta ahora. Dietas.

A mí me encanta contar todo, lo agradable y difícil de liberarme de las dietas.

Gracias por escucharme y, ojalá, tú te animes a escribir por aquí también si tienes una historia inspiradora que contar sobre cómo has dado la espalda a las dietas o cómo has conseguido mejorar tu relación con la comida o cómo has transformado tu relación con tu cuerpo hacia una mayor aceptación y paz.

Si eres una de “Cualquiera de nosotras”, sientes que has vivido a medias porque has estado siempre en riña con la comida y rechazando tu cuerpo tal cual es (sea gordo, flaco o medio), escribe a María tu historia, la adaptará al blog y podrás ser inspiración para las demás.

Gracias por escucharme.

Cualquiera de nosotras 😊

Lo que se publica en este blog tiene fines meramente informativos o educativos, en ningún caso sustituye el consejo individualizado de un nutricionista o médico.

María Sanabdón, Dietista-Nutricionista. Especialista Trastornos de la Conducta Alimentaria. 

Si lo que acabas de leer te ha interesado y crees que necesitas más ayuda para mejorar tu relación con la comida y tu cuerpo, quizás quieras saber cómo trabajamos.

¿Te suena bien cambiar “estar a dieta toda la vida”, por “escuchar y honrar tus verdaderas necesidades”?

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