Hacer dieta nunca me funcionó y encontré en la Alimentación consciente, o Mindful Eating, una alternativa.

Hacer dieta durante años me generó una mala relación con la comida por dos motivos que, a día de hoy, veo muy claros:

  • me prohibían comer lo que más disfruto y ello me generaba ansiedad por comer justo eso.
  • me generó verdadero odio por los alimentos “sanos”, porque eran los que la dieta me imponía comer.

Empeoraba mis relaciones sociales. Me aislaba, no hacía planes por no “pecar”.

Llegó el punto en el que me limitaba en los estudios y en el trabajo.

Mi estómago de “hierro” se resintió y mis digestiones empezaron a ser una pesadilla.

Me afectaba a todas las áreas de mi vida.

Además, hacer una dieta tras otra me generó una mala relación conmigo misma porque, como no las podía mantener:

  • sentía frustración y vergüenza
  • me culpaba por falta de fuerza de voluntad.
  • me despreciaba por mis fallos. 

Al hacer dieta la confianza en mí misma bajaba tan rápido como aumentaban mis miedos: al hambre, a no poder cumplirla y al fracaso.

Mi autoestima bajaba con cada nueva dieta. Siempre estaba triste y desmotivada.

En definitiva, todos esos años me sentí en manos de la dieta, como una marioneta.

Paradójico, porque lo que buscaba en ellas era precisamente lo contrario: sentirme fuerte para dirigir mi vida hacia dónde creía me llevaría la talla del pantalón. Buscaba más satisfacción, alegría, libertad, mayor autoestima.

Sin embargo, las dietas nunca me llevaron al lugar soñado. 

Un día se cruzó en mi vida el Mindfulness aplicado a la alimentación.

Escuché que la práctica de la Alimentación consciente, o Mindful Eating, ayudaba a tener una relación más saludable y equilibrada con la comida, a reducir la ansiedad y el estrés entorno a la comida.

Además, parecía que, prestando atención a lo que se come ayudaba a elegir alimentos más saludables y evitar los menos nutritivos o procesados.

La verdad es que estas ideas me cautivaron, pues era lo que más me importaba. Quería comer mejor, sentirme mejor físicamente y ¡vivir en paz con la comida!

Pero siendo sincera del todo, lo que me impulsó a probar con la Alimentación consciente, o Mindful Eating, fue que te enseñaba a identificar las señales de plenitud y saciedad del estómago, reduciendo el riesgo de comer en exceso y, así, mejorar las digestiones y controlar el peso.

Así que me lancé en brazos de la Alimentación consciente, o Mindful Eating, con el fin de poder “cerrar la cremallera” al sentirme saciada como técnica para adelgazar

No parecía tan difícil, se trataba de comer despacio, sin distracciones, prestando atención al sabor, la textura y olor de la comida.
Como soy muy constante cuando estoy motivada, (y las reglas me dan seguridad) me propuse comer con la tv apagada, elegir meditadamente qué llevarme a la boca, masticar 20 veces cada bocado, dejar los cubiertos en la mesa…
No funcionó, evidentemente. Al menos, no a largo plazo para el fin que me propuse.

Hoy sé que la Alimentación consciente, o Mindful Eating, no es una forma de hacer dieta o un método para controlar el peso

Así que me olvidé una larga temporada, recluida y frustrada de nuevo.

Al tiempo, incómoda en mi cuerpo y con mi alimentación, volví a pedir consejo para adelgazar, escribí a un centro distinto: “Hice el método de la alimentación consciente, pero me funcionó solo una temporada, he vuelto a comer descontroladamente y he reganado el peso. Necesito ayuda”.

Me explicaron que la Alimentación consciente, o Mindful Eating, es precisamente lo contrario a seguir reglas a la hora de comer. 

Por el contrario, se trata de escucharte para detectar y poder honrar las propias necesidades emocionales, fisiológicas y de placer alrededor de la comida

Para mi tranquilidad, también aprendí que el control de mi peso está en manos de la biología, que no necesito identificarme con los estereotipos estéticos, ni adelgazar para llevar una vida plena. 

Hoy estoy convencida de que gracias a comer consciente de mis patrones alimentarios dañinos, pude cambiarlos por otros hábitos más positivos. 

Pero también sé que no lo hubiera conseguido sin trabajar lo que había alrededor de esos patrones: clasificación de alimentos en listas de buenos y malos, pensamientos juiciosos respecto a mi alimentación, gestión de mis emociones incómodas con comida y todo estaba relacionado con no aceptar mi cuerpo y mi persona tal cual era.

Cuando el rechazo a tu cuerpo y las dietas han deteriorado la relación contigo misma, quedarte con la Alimentación consciente como manera de cambiar hábitos es quedarse corta

Gracias por escucharme y si eres una de “Cualquiera de nosotras”, sientes que has vivido a medias porque has estado siempre en riña con la comida y rechazando tu cuerpo tal cual es (sea gordo, flaco o medio), escribe a María tu historia, la adaptará al blog y podrás ser inspiración para las demás.

Si quieres empezar a dejar a tras a las dietas y no sabes cómo, descárgate esta miniguía gratuita. A mí me abrió los ojos… y ¡hasta hoy!

Gracias por escucharme.

Cualquiera de nosotras 😊

Lo que se publica en este blog tiene fines meramente informativos o educativos, en ningún caso sustituye el consejo individualizado de un nutricionista o médico.

María Sanabdón, Dietista-Nutricionista. Especialista Trastornos de la Conducta Alimentaria. 

Si lo que acabas de leer te ha interesado y crees que necesitas más ayuda para mejorar tu relación con la comida y tu cuerpo, quizás quieras saber cómo trabajamos.

¿Te suena bien cambiar “estar a dieta toda la vida”, por “escuchar y honrar tus verdaderas necesidades”?

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